El miedo a un entrenamiento o una competición es muy común. La
poca confianza en uno mismo hace que este miedo se acreciente en demasía y nos
impulse a dejar de entrenar o competir. Vamos a intentar que esa voz que nos susurra
que evitemos hacer ejercicio desaparezca de nuestra mente siguiendo simplemente
dos sencillas recomendaciones, ya que nuestro progreso, nuestra confianza y
nuestra salud están en juego.
Como decíamos en la anterior entrada, comenzar un nuevo
entrenamiento –o en ejercicio físico en general– puede asustar. Nuestro primer
día puede paralizarnos y abrumarnos por el miedo. Lo más común es pensar: “¿Y
si fracasamos? ¿Y si nos miran si lo hacemos mal? ¿Seremos tan inepto que no
aguantaremos ni una clase o caminata ?” Así que ahora debemos pensar en cómo
acabar con ese miedo que nos mantiene aterrorizados y nos tiene alejados de
estar más saludables y fuertes. Muchas personas se marcan retos y desafíos cada
día de sus vidas, una veces lo consiguen y otras no, pero no es excusa para no
intentarlo. ¿Quién dijo miedo?...
Evaluemos cuán divertido es para nosotros la actividad que
vamos a realizar, pensemos en los beneficios que nos va a traer, tanto a nivel
físico como mental. ¿Hablamos más de miedo o de diversión? Si focalizamos nuestros
pensamientos en lo divertido de una determinada actividad olvidaremos los
miedos que esa actuación nos suscita. Añadiendo más variedad de ejercicios o de
lugares donde entrenar y competir nos ayudará a hacer más divertida la
actividad que tanto miedo nos da hacer.
Confianza
Cuando probamos algo nuevo, solemos tener siempre miedo a no
hacerlo bien, a no dar la talla. Por tanto, nos quedamos en nuestra zona de
confort y dejamos de intentarlo. Poner mucha confianza en los entrenamientos o
en una prueba y dejar de pensar en lo que podemos y no podemos hacer, aumentará
nuestra auto confianza. Del mismo modo que confiamos en que nuestros
entrenadores o instructores de actividades dirigidas lo hacen lo mejor que
pueden, nosotros también debemos intentar lo que nos guste, sin importar el
miedo que tengamos. Si fallamos, no es un problema, el mundo no se acaba, levantémonos
de nuevo e intentémoslo. Confiemos en nosotros mismos y no pasará nada.
Cada uno somos dueño de nuestros actos, de nuestro futuro y
lo que queremos conseguir. Tener miedo a fracasar es muy normal, pero si no lo
intentamos, no sabremos si podemos conseguirlo algún día. Tan solo podremos
soñar con hacerlo, y soñar es gratis, pero la satisfacción que nos da
intentarlo y conseguirlo no nos la quita nadie. La vida está para vivirla y
para intentar progresar, no para verla pasar...
Ir al gimnasio los primeros días no suele costar demasiado,
ya que se comienza algo nuevo y la motivación es elevada. Sin embargo, a medida
que se va avanzando en el entrenamiento esta motivación decrece
considerablemente y en algunos casos puede llevar a dejar de lado la práctica
de actividad física. Con pequeños trucos de motivación, día a día notaremos
mejoras tanto en el rendimiento como en las ganas de acudir al gimnasio o ir a
caminar o correr.
La motivación resulta fundamental en toda actividad física,
y en el gimnasio también. Saber rendir de forma óptima y constante hará que los
objetivos que nos planteemos lleguen conforme a nuestras expectativas. Existen
pequeños trucos que podremos ir añadiendo día a día a nuestra rutina y que sin
duda favorecerán la predisposición a realizar el ejercicio propuesto, así como
aumentar la eficacia del entrenamiento. Aquí os propongo algunos trucos que
marcarán la diferencia a la hora de ir a entrenar.
Importancia de la motivación
Es uno de los aspectos que más se trabaja dentro del mundo
del deporte. Se trata de controlar nuestra mente para no desvanecer y continuar
luchando hacia la meta que queremos. La persistencia y el estado anímico
marcarán el rendimiento de la sesión, por lo que pequeñas variaciones externas
al propio ejercicio ayudarán a mejorar la experiencia en el gimnasio. Ello nos
hará proponernos, de una manera realista, metas cada vez mayores, al ver que se
van cumpliendo los objetivos a corto plazo. Los cambios también pueden
realizarse en elementos externos a la propia actividad física, como por ejemplo
en la alimentación.
Existen numerosos estudios acerca de la motivación
deportiva. La mayoría de deportistas no profesionales no conoce cómo aumentar
esta motivación, y más del 50% de la gente que se apunta a un gimnasio o
empieza a hacer ejercicio físico por primera vez abandona a los 6 meses de
comenzar la actividad. Para no pertenecer a este porcentaje, cambiemos nuestra rutina
añadiendo cada día algo nuevo.
Trucos para el gimnasio
Cada deportista debe aprender a conocer sus propios factores
motivantes. Y una vez conocidos debe aplicarlos y resaltar la importancia de
los mismos para no desistir en la práctica. Veamos pequeñas variaciones que nos
harán permanecer motivados en todo momento:
Cuenta hacia atrás: en cada repetición, no empecemos a
contar desde 0, ya que parece que el esfuerzo inicial se va sumando y la fatiga
es mayor. Comencemos desde el número de repeticiones que debemos hacer e iremos
restando. Así visualizaremos antes la meta.
Música: quizá es uno de los elementos motivadores más
importantes. Hoy en día la mayoría de las personas tenemos acceso a un
reproductor de música, así que incorporemos algo de ritmo a nuestros
entrenamientos. Existen aplicaciones con las cuales podemos incluso marcar nuestro
ritmo de entrenamiento en función de la canción.
Establezcamos metas realistas: los objetivos a corto plazo
son, sin duda, la mejor forma de saber apreciar los resultados obtenidos. Una
vez conseguidos, subiremos el listón y nos superaremos a nosotros mismos. La
mejor comparación que podemos hacer es con nosotros mismos.
Diversión: no tomemos el gimnasio o salir a correr como una
obligación, sino que debemos visualizarlo desde un punto de vista lúdico y
recreativo. Así no seremos demasiado exigentes con nosotros mismos y disfrutaremos
más de la experiencia.
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