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jueves, 8 de septiembre de 2016

DEPORTE-LESIÓN-MOTIVACIÓN


¿Qué motiva a una persona a practicar deporte?, ¿qué le lleva a sacrificar su tiempo libre, exponerse a una lesión o accidente por la práctica de dicho deporte?, ¿qué le aporta la práctica deportiva?
Respuestas como la ambición, superarse a sí mismo, un instinto, un impulso, satisfacer alguna necesidad… todas estas respuestas la Psicología del deporte las agrupa bajo un concepto más general: motivación.
¿Qué es la motivación?
La podríamos definir como un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta. La palabra motivación deriva del latín motivus o motus, que significa “causa del movimiento”. Contestada una pregunta, se generan más preguntas: ¿qué o cómo se genera ese “estado interno”? El responder esa cuestión, saber con certeza cuál es el origen de ese estado interno, de esa causa, es donde la psicología en general y la deportiva en particular pone todo sus esfuerzos para encontrar respuestas, pues la motivación se considera un aspecto de vital importancia para las personas, sin motivación no hay vida posible, debe existir un motivo por el que valga la pena seguir viviendo.
Volviendo al deporte, son muchas las doctrinas que intentan dar su opinión sobre lo que es la motivación para la práctica deportiva. El deporte, como actividad humana que es, comporta una gran complejidad. Pero cada orientación psicológica, recoge una porción o parcela de esa realidad compleja y la estudia y analiza para extraer unas conclusiones, pero no hemos de olvidar que son conclusiones parciales, ya que actúan sobre una parte y no la totalidad de esa compleja realidad.
Si nos centramos en la teoría de la motivación formulada por A. Maslow, en 1958, podemos advertir diferentes categorizaciones de las necesidades de las personas, empezando por las más básicas (fisiológicas) y finalizando por las de más alto nivel: la autorrealización.
Respecto a las necesidades fisiológicas están referidas a la comida, bebida, al abrigo, sueño, sexuales y otras necesidades de naturaleza corporal. Una vez cubiertas esas necesidades, se generan unas nuevas necesidades de seguridad para protegerse de las agresiones tanto físicas como emocionales. Éstas cubiertas, aparece las necesidades de pertenencia y cariño y es la primera que se manifiesta como necesidad de naturaleza social ya que incluyen al otro como semejante, como reflejo de uno mismo y necesario. Entroncaría con la necesidad de forma parte de un grupo o de pertenecer a otro o a alguien más.
El siguiente nivel lo conforma la necesidad de estima o de reconocimiento que se basa en el supuesto de que todos tenemos necesidad de ser respetados y reconocidos por los demás que darán lugar a la auto-estima y a la necesidad de ser estimados por los demás. Finalmente, la necesidad de autorrealización, que es un proceso en el que la persona se ve realizando con su vida aquello que siempre había soñado y deseado. En este nivel, el auto-concepto es un factor fundamental. Se podría decir que a este nivel de autorrealización sería el nivel al que todo ser humano aspira.
Según Maslow, las necesidades se van completando de forma progresiva y jerarquizada, por lo tanto, hasta que no se cumplimenta un nivel no se puede acceder al siguiente, ya que no se detectan necesidades a cubrir de orden superior hasta tener las inferiores cubiertas. Estos diferentes niveles se integran y complementan unos con otros.
“Una necesidad satisfecha no sirve para motivar una conducta. Y esto es obvio, ya que para que se produzca una conducta de motivación, alguna necesidad (insatisfecha) debe estar actuando como sustrato”.(Maslow, 1958)
Observando esta jerarquía descrita por Maslow, también llamada Pirámide de Maslow, nos podemos preguntar, cuáles son las necesidades que pretende satisfacer una persona con la práctica deportiva. A pesar de la complejidad de dar respuesta a esta pregunta, si que podríamos decir que el deporte cubre todos los niveles de las necesidades descritas por Maslow en su teoría. El tipo de deporte que se practica puede determinar en cierto grado algunas de esas necesidades, pero lo que sí es innegable es que el deporte actúa sobre la persona involucrándola en su totalidad, es decir actúa a nivel bio-psico-social, que es una percepción del ser humano global, completa y multidimensional.
A pesar de que Maslow en su teoría deja claro que todas las personas son potencialmente capaces de de ir acumulando niveles e ir satisfaciendo necesidades, el grado de madurez de cada persona será determinante para ello. Y a pesar de que el ser humano es capaz de desarrollar ciertas aptitudes y madurar de forma individual, el entorno, condiciona el grado de maduración, ya sea promoviéndolo o limitándolo. Por ello, lograr un entorno deportivo que aumente y promueva la madurez personal del deportista, es un aspecto a tener en cuenta a la hora de diseñar los planes de entreno para lograr progresivamente las metas que se haya propuesto el deportista.
Las metas del deportista también es un aspecto motivador para el deportista, es un tema muy importante que trataremos en artículos posteriores. Como adelanto, quedarnos con que unas metas estimulantes y motivadoras deben ser lo suficientemente estimulantes, retadoras y dificultosas, pero que la probabilidad de realizarlas y obtenerlas sea más alta que la probabilidad de fracaso.
La motivación, el deseo, las ganas de realizar una conducta para lograr un fin depende del valor o interés que la persona deposita en ese fin junto con la estimación de la probabilidad de conseguir dicho fin.
Otras teorías sobre la motivación
En la línea de cálculo de probabilidades de éxito/fracaso es donde Heckhausen(1974) que va un paso más allá que Maslow cuando divide las necesidades en primarias y secundarias, y estas últimas, están fuertemente vinculadas a procesos de aprendizaje en el área de lo social.
Siguiendo esta línea social, el autor nos dice que “la forma como se comportan las personas en una situación dada depende, en gran parte, de las especiales condiciones estimulantes de esta situación.”.
Son las probabilidades percibidas de los posibles resultados de unas actuaciones las que determinan que se actúe en una dirección o en otra, que puede ser de dos tipos, elegir las acciones que aseguren unos resultados positivos y deseados o las que auguren los resultados menos negativos posibles y no deseados.
Ante esto, surge una nueva cuestión:¿por qué ante una misma situación obtenemos diferentes conductas de diferentes personas? En esto, las diferencias individuales no son casuales. Para aclarar el tema de estas diferencias individuales utilizamos un concepto denominado motivo, con función aclaratoria.
El concepto de motivo daría respuesta a por qué se diferencian unas personas de otras respecto a las expectativas de de éxito o de fracaso en las empresas que inician. El motivo no es algo concreto y delimitado, único para cada situación, más bien es un concepto generalizado, unas disposiciones valorativas básicas de las situaciones habituales que cubren la necesidad humana de mantener una línea de existencia que de sentido a su vida, que conforme la historia de vida de forma continua y congruente. Estas situaciones habituales se repiten con mucha frecuencia durante la vida de una persona, instaurando unos motivos, unos deseos que aparecen de forma repetitiva y recurrente. El motivo impregna la totalidad de la esencia humana, es aquello por lo que hacemos las cosas, el eje central de nuestra vida. El motivo se va configurando en contacto con diferentes situaciones habituales, posibilitando la autoregulación de una acción supeditada a un objetivo. Los motivos, por lo tanto, no son innatos como sería un impulso, sino que va creciendo, conformándose a lo largo del tiempo y por el contacto con dichas situaciones básicas y habituales. Los motivos son disposiciones aprendidas y por su nivel cognitivo, con supremacía sobre los impulsos biológicos. Como ya expliqué más arriba, a pesar de tener hambre, sed o sueño, tengo un motivo para no comer, no beber o no dormir.
Así, y tal como nos confirma Heckhausen (l995) “…los motivos por lo tanto, son diferencias perdurables entre individuos que van surgiendo durante el crecimiento de la persona durante una determinadas situaciones. Al contrario de lo que es la motivación, que depende más de la situación y de un acontecimiento a corto plazo de tiempo”.
Así que ya tenemos dos aspectos muy importantes tener en cuenta, primero que la motivación como tal es más situacional y limitada en el tiempo y segundo, el motivo es una disposición a actuar de determinada manera de forma constante y similar a lo largo del tiempo (Thomas, 1998). Por lo tanto, debemos diferenciar cuando estamos motivando y cuando dando motivos, cuando pretendemos un efecto corto pero intenso y cuando buscamos un efecto a más medio-largo plazo. Y no solo eso, sino lo que considero muchísimo más importante: esos motivos, esas disposiciones se pueden enseñar y se pueden aprender.
La motivación en el deporte
Desde una perspectiva multidisciplinaria (bio-psico-social) K. Feige(1976) realizo una serie de investigaciones vinculadas a la motivación en los deportes de la que extrajo unas conclusiones que reafirma la hipótesis anteriormente mencionada sobre qué necesidades pretende satisfacer una persona con la práctica del deporte. El autor, descubrió que el deporte cubre necesidades a nivel biológico y fisiológico, a nivel psicológico dentro de la esfera emocional y afectiva, es un reforzador a nivel intelectual y un motivo reorientando la conducta a la escala de valores del deportista.
Uno de los aspectos más relevantes del estudio de Fiege fue el hecho de que la evolución de la motivación para el deporte corre en paralelo con el desarrollo bio-psico-social de la persona. Evidentemente, los diferentes aspectos se relacionan entre ellos, reforzándose y retroalimentándose, aunque en función de la etapa vital, uno puede ejercer mayor influencia que los otros. Por ejemplo, durante la infancia, tiene más preponderancia el aspecto biológico y según va creciendo la persona, el aspecto psicológico, cognitivo y social va aumentando su influencia sobre el biológico. Eso, por ejemplo, explica que dos hermanos gemelos idénticos al 100% genéticamente, puedan ser diferentes en algunos aspectos.
En palabras de Feige: “La dominancia original de las actividades motrices cede con el desarrollo, por el desplazamiento de los impulsos hacia campos de experimentación y de acción, de forma que el fundamento instintivo para la actividad deportiva será siempre más débil, por eso, solo podrá asegurarse una motivación efectiva para el movimiento corporal mediante unos conocimientos racionales”
Ese aspecto cognitivo y racional que remarca el investigador es el que hace que la fuerza motivadora depende en gran medida del valor personal que el deportista dé a el logro de los objetivos deportivos. Es el peso de la representación valorativa, el peso de la subjetividad, de la psicología. Por ello, y para acabar, reconoce la importancia de realizar perfile psicodeportológicos, para detectar la fuerza y dirección de esa representación valorativa.
Motivación para estimular el rendimiento
Muchas veces, consideramos que el rendimiento obtenido durante la preparación de un encuentro deportivo no es suficiente. Si pretendemos estimular ese rendimiento, tenemos un conjunto de pasos a seguir que incrementará la probabilidad de que se dé el rendimiento deseado.
Aspectos como tener presente que durante una actuación deportiva, puede darse tanto el fracaso como el éxito. La actividad a realizar debe poderse diferenciar o dividir en diferentes grados de dificultad e ir superando dichos grados progresivamente.
Necesitaremos un punto de partida, una referencia que nos permita validar y valorar todos los resultados obtenidos al poder compararlos con ese valor.
Algunas personas se motivan para obtener bajos rendimientos sin saberlo en concordancia con su personalidad. Pero, cuando fijamos unas metas ajustadas a las posibilidades reales de una persona, el rendimiento obtenido es superior, con mayor duración en el tiempo y de mejor calidad.
“La fijación de metas desafiantes y posibles, permite que el rendimiento se manifieste en forma amplia y sobre la base del suficiente y adecuado nivel de expectativas”.(Thomas,1998)
La motivación conlleva una importante carga intrínseca, interna y propia de la persona, por lo tanto no es algo que se pueda imponer fácilmente desde fuera, como si fuera un estímulo interno que obliga a la persona a buscar y encontrar la forma de satisfacerlo.
El deporte, como conducta humana que es, tienen una función utilitarista (mejora de salud, mejora de aspecto físico, obtención de beneficios o prestigio…). Cuando analizamos conductas humanas, es fácilmente reconocible, al hombre como un ser en constante búsqueda de respuestas a las preguntas que nos hacemos constantemente, búsqueda de sentido a la vida, buscando la forma de cumplir unos objetivos, de lograr unas metas. La forma en cómo se cumpla con estos proyectos, estará en relación directa con las motivaciones que posea y que determinarán las conductas más adecuadas para lograr su meta.
Es importante la diferencia entre motivación e impulso ya que el impulso sería la base de la motivación. El impulso puede tener muchos orígenes diversos, puede ser biológico como la sed o el hambre pero la motivación será siempre de naturaleza psicológica, es decir, puramente cognitiva, un pensamiento, una creencia, una idea al respecto de algo. El impulso nos estimula, nos induce a cubrir esa necesidad, pero yo, como ser pensante y con voluntad soy el que decido si como o bebo y si tengo motivos para ello o no.
Como la motivación tiene una naturaleza psicológica, ha de ser a través del convencimiento para que la persona se mueva en la dirección deseada. Un método muy habitual y útil para ello, es generar una creencia en la persona que le haga creer que necesita imperiosamente algo para ser feliz, sentirse bien u obtener reconocimiento social. Si yo no creo tener una necesidad sin cubrir, no tendré motivación para intentar cubrirla.
Por lo tanto, creemos una necesidad y aparecerá a motivación.
Finalmente, recordar que la óptica bio-psico-social de la estructura de una persona la hemos de tener muy en cuenta ya que cada uno de esas característica afecta a las otras, pero sin olvidar que la intensidad de esa influencia no es igual para todos y cada uno de los componentes. La supremacía del aspecto psicológico prima sobre el biológico (tengo hambre pero decido no comer) y también prima sobre el social (aunque nadie me apoye, seguiré adelante porque creo en mi proyecto).
“Después de todo la vida misma, nos enseña que su esencia consiste, también, en competir contra su propio límite”. J.G. Garzarelli
Motivación en lesiones
La lesión es un proceso por el que todo deportista, en un momento o en otro, debemos afrontar a lo largo de nuestra carrera deportiva. Suele verse como un período de tiempo de pérdida, donde el deportista no puede entrenarse, y esto no es cierto.
Existe un trabajo psicológico que se debe realizar a lo largo del proceso de lesión. El dolor no es solo físico, también es psíquico, pero cómo afrontemos la lesión, sobre todo en estos primeros compases, será un factor determinante en nuestra recuperación.
Recomendaciones para afrontar estas primeras semanas:
Asumir la lesión y descargar emociones. Ha pasado, y ya no está en nuestra mano volver atrás. No rumiemos sobre “qué hubiera pasado si…”, ha pasado y es el momento de centrarnos en volver más fuertes. Quizás nos apetezca liberar tensiones, por lo que no debemos poner límites para expresar nuestros sentimientos y descargarnos mentalmente.
Busquemos el apoyo social. Podemos apoyarnos en la familia, en los amigos y los compañeros, así como en el cuerpo técnico y en nuestro entrenador personal, ellos serán un sostén emocional muy importante. Tratemos de pasar tiempo con ellos, ahora podremos realizar actividades que antes las largas jornadas de entrenamiento no nos dejaban y hemos de mantener la mente activa, sin centrar la atención todo el tiempo en la lesión.
Establecer un plan de recuperación: Lo primero será establecer comunicación con los servicios médicos, que nos informen sobre la lesión y establecer un plan de rehabilitación. Aquí deberemos establecer unos objetivos con ellos, a corto, medio y largo plazo, donde no debemos llevarnos por los impulsos. Deben ser realistas y con cierto nivel de desafío, busquemos de nuevo ilusionarnos sin querer correr antes de andar.
Comprometernos con el proceso. Es importante que nos comprometamos al cien por cien con este proceso, y tras redactar una serie de tareas y objetivos con el servicio médico y nuestro entrenador/recuperador no caigamos en la desidia, por lo que lo realizaremos diariamente, sea cual sea nuestro ánimo. Ser constantes y comprometidos es un factor diferencial en la recuperación de lesiones.
Mantener una mentalidad positiva. Está comprobado, durante el periodo de lesión conjugar de forma óptima la mezcla entre un estado mental y una predisposición positiva, evitando pensamientos derrotistas, en un número elevado de casos, disminuye el tiempo de inactividad.
Y lo más importante, recordemos que nuestro recuperador está a nuestra disposición y va a ayudarnos en este proceso. No tengamos miedo porque trabajará de nuestra mano.

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